Boca jugó con altura y dio un gran paso en la Libertadores

Y la paz llegó en La Paz. Sí, ahí mismo, en los siempre inquietantes 3.600 metros del Siles, Boca estuvo justamente a la altura del partido, de lo que se jugaba y de lo que necesita. Y terminó ganando una verdadera final en un escenario complicado. Porque este triunfo por 1-0 ante Always Ready, allí donde no vencieron ni Corinthians (cayó 2-0) ni Cali (empató 2-2), lo ponen otra vez en carrera por el sueño de la Séptima: quedó segundo en el grupo con seis puntos, en zona de clasificación y con dos partidos de local por jugar (justamente contra el Timao y los colombianos, que este miércoles empataron entre sí). Ah, y todo con Riquelme presente y Battaglia a salvo. Mejor, imposible.

Boca tuvo un buen arranque en particular y un buen primer tiempo, en general. Enseguida dio la talla. Primero, porque se hizo protagonista, combatiendo también esa teoría de que en la altura primero se espera, luego se piensa y después se ejecuta. Pues bien, el equipo de Battaglia pareció más local que su rival, incluso más aclimatado. Y de a poco, se fue animando, se fue sacando ese freno de mano lógico, fue perdiendo esa precaución que viene por default cuando se juega en La Paz.
Always Ready, es cierto, lo dejó crecer. Adoptó una estrategia extraña, porque en ningún momento lo asfixió ni lo presionó, nunca le hizo sentir esa sensación de ahogo que provoca la altitud. Entonces, Boca jugó cómodo. Manejó la pelota, el tiempo, los espacios. Y fue buscando la forma de lastimar. Y en efecto, lo hizo.
Con Romero a la derecha, Salvio más adelantado sobre la izquierda, Varela más cerca de los centrales y Pol Fernández y Ramírez como un doble cinco adelantado, dejó a Vázquez como punta de lanza. Sin embargo, Toto fue un flecha picante y desequilibrante en su banda. Y por ahí, Boca entró.
Al punto que un pase del Melli al vacío, derivó en el polémico penal del arquero Giménez al 10 xeneize (no pareció falta), que el propio Salvio, a los 36 minutos, se encargó de convertir en el 1-0 con una muy buena ejecución.
El local, encima, sintió el impacto. Si ya tenía dificultades, se encontró desesperado, en desventaja, superado. Y como si fuera poco, Salvio fue por más: se la robó a Rambal, se la dio a Vázquez y el arquero lo tapó justo cuando estaba por definir. Ni la altura, ni la presión, ni la necesidad. Boca, en esa etapa, jugó a gusto, jugó contra las debilidades de su rival y lo hizo, incluso, para ampliar un marcador que hasta ahí nunca estuvo en riesgo, más allá de un remate de Arce que Rossi mandó al córner.
En el segundo tiempo, un cabezazo de entrada de Marcos Riquelme, el 9 argentino que arrancó en el banco, pareció advertirle a Boca que la cuestión no sería tan sencilla como en los primeros 45’. El local salió más animado, tanto que Rambal, al toque, metió otro cabezazo que dio en el palo.
Battaglia movió rápido el banco: Medina se metió por Ramírez y Orsini por Vázquez (luego también entrarían Campuzano y Zeballos). Y Boca, que había arrancado más retrasado, volvió a reaccionar. Y si bien casi no inquietó a su rival, siempre tuvo el control del partido, de la mano de Pol, la solvencia de Rossi y Zambrano y Salvio como figura Así, ganó un partido trascendente, se acomodó en el grupo E de la Copa, sigue dependiendo de sí mismo y se vuelve de Bolivia en paz.
Fuente: Olé.